La vida a través de un lente - Columna

Toda una historia

 Gretel López


Los momentos de mi vida han sido tan fugaces que no me conformo con recordarlos y narrarlos sin una forma visual, mis pensamientos siempre han sido los mismos, ¡fotos y nada más que fotos! Diría que la vida es más bonita con una cámara en la mano, con una forma de capturar el momento para toda la vida, sin juzgar la forma ni el ángulo, pero si cuidando y reconociendo los sentimientos que genera tomar una fotografía.

Hace 11 años entendí la emoción de tener una cámara, entendí que todo aquel momento podía tenerlo para siempre tan solo un pequeño aparato, fue una micro cámara digital de Disney que apenas almacenaba 40 fotos, anhelaba tenerla cada que salía de compras con mamá, la veía y deseaba poder descubrir todas sus funciones, me imaginaba fotografiando cada rincón de la casa y claro, permaneció esa curiosidad en mí hasta que en un enero apareció una debajo del árbol de navidad.



Pasó el tiempo y mi niña interior preguntaba por cámaras, ¿Qué sería de mi sin una? Cuatro años después tuve una cámara más equipada y con muchas funciones, me tomó mucho tiempo para que pudiera descubrirlas en su totalidad, pero finalmente me interesé profundamente por el mundo de la fotografía; recuerdo subir a la azotea y observar la luna y descubrir cómo tener una buena fotografía de ella, esa segunda cámara ha permanecido a mi lado durante 7 largos y curiosos años.

En 2017 durante una de las etapas más importantes de mi vida tuve la fortuna de obtener mi tercera cámara; una cámara profesional roja brillante que desde el primer momento me atrapó, con ella he reflejado mi madurez personal, ha sido mi guía y mi mejor compañera de viajes, mi refugio pese a las dificultades y mi maestra de técnica que hasta el día de hoy mejoro y modifico, trabajando desde entonces con dos cámaras a la par pude vivir momentos importantes que, al plasmados en las paredes de mi habitación me hacen volver a ellos una infinidad de ocasiones.



Curiosamente ese mismo año que me regalaron mi tercera cámara pude comprarme otra con un modo distinto, una cámara instantánea que llevo a todos mis momentos más importantes, la cuido y preservo igual que a mis otras cámaras aún teniendo un toque especial; me he adaptado a lo digital sin olvidarme de lo  instantáneo, lo  que  me hace  valorar  el momento que quiero fotografiar, siempre he dicho que con esta forma no hay errores ya que no hay tanta rapidez para oprimir nuevamente el obturador de la cámara.

Lo mío son las fotos, sin ningún curso avanzado ni reglas que seguir, únicamente leyendo y aprendiendo los modos de las cámaras, dándome más experiencia, estilo y alas para seguir mi pasión de una manera profesional sin perder ese sueño que surgió desde mi infancia, sin perder la dedicación y las ganas de contar las historias escondidas de mis creaciones y no quedarme con las ganas de salir y conocer todos aquellos lugares que he planeado  descubrir, unificar mis sentidos con mi habilidad fotográfica e imaginar  que mis ojos pueden almacenar tantos recuerdos como una  cámara…



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